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21 marzo, 2017 a las 10:07 am #972
Un poema. Nada más, y nada menos. Elige un poema que te guste y compártelo aquí. ¡Feliz #DíaMundialDeLaPoesía!
En Zenda puedes leer versos de Luis García Montero, Piedad Bonnett, Antonio Lucas, Manuel Vilas, Ruiz Amezcua... En este enlace podéis encontrarlos:
https://www.zendalibros.com/libros/poesia/
- 19 respuestasÚltima Respuesta:
Santiago Maspoch Buenohace 5 años, 10 meses
21 marzo, 2017 a las 10:13 am #973
Derek Walcott: El amor después del amor
Llegará el tiempo /en que, con alegría, / te saludarás a ti mismo al llegar / a tu propia puerta, y en tu propio espejo / cada cual sonreirá ante la bienvenida del otro,/ y dirá, siéntate aquí. Come. / Amarás otra vez al extraño que fuiste. / Dale vino. Dale pan. Devuelve tu corazón/ a sí mismo, al extraño que te amó / durante toda tu vida, a quién ignoraste / por otro, a quien te conoce de memoria. / Quita las cartas de amor de los estantes, / las fotos, las notas desesperadas, / Arranca tu propia imagen del espejo. / Siéntate. Celebra tu vida.
Versión en italiano: Amore dopo amore
Tempo verrà /in cui, con esultanza,/ saluterai te stesso arrivato/ alla tua porta, nel tuo proprio specchio,/ e ognuno sorriderà al benvenuto dell'altro/
e dirà: Siedi qui. Mangia./Amerai di nuovo lo straniero che era il tuo Io./Offri vino. Offri pane. Rendi il cuore/a se stesso, allo straniero che ti ha amato/ per tutta la tua vita, che hai ignorato/ per un altro e che ti sa a memoria./ Dallo scaffale tira giù le lettere d'amore,/le fotografie, le note disperate,/
sbuccia via dallo specchio la tua immagine./Siediti. È festa: la tua vita è in tavola21 marzo, 2017 a las 10:15 am #974
Un clásico contemporáneo. Extenso, intenso. Mujer con alcuza, de Dámaso Alonso, publicado en Hijos de la ira:
A Leopoldo Panero
¿Adónde va esa mujer,
arrastrándose por la acera,
ahora que ya es casi de noche,
con la alcuza en la mano?Acercaos: no nos ve.
Yo no sé qué es más gris,
si el acero frío de sus ojos,
si el gris desvaído de ese chal
con el que se envuelve el cuello y la cabeza,
o si el paisaje desolado de su alma.Va despacio, arrastrando los pies,
desgastando suela, desgastando losa,
pero llevada
por un terror
oscuro,
por una voluntad
de esquivar algo horrible.Sí, estamos equivocados.
Esta mujer no avanza por la acera
de esta ciudad,
esta mujer va por un campo yerto,
entre zanjas abiertas, zanjas antiguas, zanjas recientes,
y tristes caballones,
de humana dimensión, de tierra removida,
de tierra
que ya no cabe en el hoyo de donde se sacó,
entre abismales pozos sombríos,
y turbias simas súbitas,
llenas de barro y agua fangosa y sudarios harapientos del color de la desesperanza.Oh sí, la conozco.
Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren,
en un tren muy largo;
ha viajado durante muchos días
y durante muchas noches:
unas veces nevaba y hacía mucho frío,
otras veces lucía el sol y sacudía el viento
arbustos juveniles
en los campos en donde incesantemente estallan extrañas flores encendidas.Y ella ha viajado y ha viajado,
mareada por el ruido de la conversación,
por el traqueteo de las ruedas
y por el humo, por el olor a nicotina rancia.
¡Oh!:
noches y días,
días y noches,
noches y días,
días y noches,
y muchos, muchos días,
y muchas, muchas noches.Pero el horrible tren ha ido parando
en tantas estaciones diferentes,
que ella no sabe con exactitud ni cómo se llamaban,
ni los sitios,
ni las épocas.Ella
recuerda sólo
que en todas hacía frío,
que en todas estaba oscuro,
y que al partir, al arrancar el tren
ha comprendido siempre
cuán bestial es el topetazo de la injusticia absoluta,
ha sentido siempre
una tristeza que era como un ciempiés monstruoso que le colgara de la mejilla,
como si con el arrancar del tren le arrancaran el alma,
como si con el arrancar del tren le arrancaran innumerables margaritas, blancas cual su alegría infantil en la fiesta del pueblo,
como si le arrancaran los días azules, el gozo de amar a Dios y esa voluntad de minutos en sucesión que llamamos vivir.
Pero las lúgubres estaciones se alejaban,
y ella se asomaba frenética a las ventanillas,
gritando y retorciéndose,
solo
para ver alejarse en la infinita llanura
eso, una solitaria estación,
un lugar
señalado en las tres dimensiones del gran espacio cósmico
por una cruz
bajo las estrellas.Y por fin se ha dormido,
sí, ha dormitado en la sombra,
arrullada por un fondo de lejanas conversaciones,
por gritos ahogados y empañadas risas,
como de gentes que hablaran a través de mantas bien espesas,
sólo rasgadas de improviso
por lloros de niños que se despiertan mojados a la media noche,
o por cortantes chillidos de mozas a las que en los túneles les pellizcan las nalgas,
...aún mareada por el humo del tabaco.Y ha viajado noches y días,
sí, muchos días,
y muchas noches.
Siempre parando en estaciones diferentes,
siempre con una ansia turbia, de bajar ella también, de quedarse ella también,
ay,
para siempre partir de nuevo con el alma desgarrada,
para siempre dormitar de nuevo en trayectos inacabables....No ha sabido cómo.
Su sueño era cada vez más profundo,
iban cesando,
casi habían cesado por fin los ruidos a su alrededor:
sólo alguna vez una risa como un puñal que brilla un instante en las sombras,
algún cuchillo como un limón agrio que pone amarilla un momento la noche.
Y luego nada.
Solo la velocidad,
solo el traqueteo de maderas y hierro
del tren,
solo el ruido del tren.Y esta mujer se ha despertado en la noche,
y estaba sola,
y ha mirado a su alrededor,
y estaba sola,
y ha comenzado a correr por los pasillos del tren,
de un vagón a otro,
y estaba sola,
y ha buscado al revisor, a los mozos del tren,
a algún empleado,
a algún mendigo que viajara oculto bajo un asiento,
y estaba sola,
y ha gritado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado
quién conducía,
quién movía aquel horrible tren.
Y no le ha contestado nadie,
porque estaba sola,
porque estaba sola.
Y ha seguido días y días,
loca, frenética,
en el enorme tren vacío,
donde no va nadie,
que no conduce nadie....Y esa es la terrible,
la estúpida fuerza sin pupilas,
que aún hace que esa mujer
avance y avance por la acera,
desgastando la suela de sus viejos zapatones,
desgastando las losas,
entre zanjas abiertas a un lado y otro,
entre caballones de tierra,
de dos metros de longitud,
con ese tamaño preciso
de nuestra ternura de cuerpos humanos.
Ah, por eso esa mujer avanza (en la mano, como el atributo de una semidiosa, su alcuza),
abriendo con amor el aire, abriéndolo con delicadeza exquisita,
como si caminara surcando un trigal en granazón,
sí, como si fuera surcando un mar de cruces, o un bosque de cruces, o una nebulosa de cruces,
de cercanas cruces,
de cruces lejanas.Ella,
en este crepúsculo que cada vez se ensombrece más,
se inclina,
va curvada como un signo de interrogación,
con la espina dorsal arqueada
sobre el suelo.
¿Es que se asoma por el marco de su propio cuerpo de madera,
como si se asomara por la ventanilla
de un tren,
al ver alejarse la estación anónima
en que se debía haber quedado?
¿Es que le pesan, es que le cuelgan del cerebro
sus recuerdos de tierra en putrefacción,
y se le tensan tirantes cables invisibles
desde sus tumbas diseminadas?
¿O es que como esos almendros
que en el verano estuvieron cargados de demasiada fruta,
conserva aún en el invierno el tierno vicio,
guarda aún el dulce álabe
de la cargazón y de la compañía,
en sus tristes ramas desnudas, donde ya ni se posan los pájaros?21 marzo, 2017 a las 10:32 am #976
RESPUESTA
José Hierro
Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.
Que tú me entendieras a mí sin palabras
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte,
Hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú no comprendes.
Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el sol invisible,
la pasión con que dora la tierra sus frutos calientes.Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte.
Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve.
Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma,
yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese.
Criatura también de alegría quisiera que fueras,
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte.Si ahora yo te dijera que había que andar por ciudades perdidas
y llorar en sus calles oscuras sintiéndose débil,
y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros,
y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba muy verde...Si ahora yo te dijera
que es tu vida esa roca en que rompe la ola,
la flor misma que vibra y se llena de azul bajo el claro nordeste,
aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha,
aquel niño que azota la mar con su mano inocente...Si yo te dijera estas cosas, amigo,
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente,
qué olores, colores, sabores, contactos, sonidos?
Y ¿cómo saber si me entiendes?
¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos?
¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte?
¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna,
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.
Me lo descubrió y dedicó un gran AMIGO. Gracias por darme un motivo más para recordarlo
21 marzo, 2017 a las 11:13 am #978
In the Desert - Stephen Crane
In the desert
I saw a creature, naked, bestial,
Who, squatting upon the ground,
Held his heart in his hands,
And ate of it.
I said: "Is it good, friend?"
"It is bitter—bitter," he answered;
"But I like it
Because it is bitter,
And because it is my heart."
Cuando un profesor de BUP va más allá de su asignatura y te descubre otros modos de cantarle y entender el mundo
21 marzo, 2017 a las 12:36 pm #981
La poesía condensa las ideas.
Precisa y sugerente
puede conformar todo un jeroglífico
pero qué estimulante resulta descifrar los enigmas.
Mi alma prefiere la poesía
porque es más parecida al ritmo
de los latidos del corazón.
Pero dura lo que la respiración,
y si no paras, te ahogas,
porque es todo tan intenso
que ya no caben más ansias.
Mas es contradictorio
que si el verso está medido
no hay nada de comedido
entre mis anhelos.
Cervantina.
21 marzo, 2017 a las 1:32 pm #988
Cervantina escribió el 21 Marzo, 2017 a las 12:36 pm:La poesía condensa las ideas. Precisa y sugerente puede conformar todo un jeroglífico pero qué estimulante es descifrar los enigmas. Mi alma prefiere la poesía porque es más parecida al ritmo de los latidos del corazón. Pero dura lo que la respiración, y si no paras, te ahogas, porque es todo tan intenso que ya no caben más ansias. Mas es contradictorio que si el verso está medido no hay nada de comedido entre mis anhelos. Cervantina.
Siempre creí que la poesía es un poco cursi, o más bien bastante. Y en el colegio me tocaba las gónadas tener que aprender poemas románticos y aburridos, claro, luego descubres "Campos de Castilla" y se te empalma el alma, pero si no te tienes que comer un montón de heces aburridas por que muchos profesores se empeñan en hacer que la poesía, y la literatura en general, sea aburrida. Por eso, yo me quedo con lo que descubro y que me saca una sonrisa, por lo menos:
"Soneto al culo", de Francisco de Quevedo
TE CREPITUM PERDIT NIMIUM SI VENDRE RETENTES
TE PROPERE EMISSUS SERVAT TITEM CREPITUS.
SI CREPITUS SERVARE POTESTET PERDERE, NUMQUID
TERRIFICIS CREPITUS REGIBUS AEQUA POTESTI.La voz del ojo, que llamamos pedo
(ruiseñor de los putos), detenida,
da muerte a la salud más presumida,
y el propio preste Juan le tiene miedo.Mas pronunciada con el labio acedo
y con pujo sonoro despedida,
con pullas y con risa da la vida,
y con puf y con asco siendo quedo.Cágome en el blasón de los monarcas
que se precian, cercados de tudescos,
de dar la vida y dispensar las Parcas.Pues en el tribunal de su gregüescos,
con aflojar y comprimir las arcas,
cualquier culo lo hace con dos cuescos.Francisco de Quevedo
Pd: (LO pongo en respuesta por que al reeditarlo no me deja)
21 marzo, 2017 a las 2:40 pm #993
Manoa
No vi a Manoa, no hallé sus torres en el aire,
ningún indicio de sus piedras.Seguí el cortejo de sombras ilusorias
que dibujan sus mapas.
Crucé el río de los tigres
y el hervor del silencio en los pantanos.
Nada vi parecido a Manoa
ni a su leyenda.Anduve absorto detrás del arco iris
que se curva hacia el sur y no se alcanza.
Manoa no estaba allí, quedaba a leguas de esos mundos,
-siempre más lejos.Ya fatigado de buscarla me detengo,
¿qué me importa el hallazgo de sus torres?
Manoa no fue cantada como Troya
ni cayó en sitio
ni grabó sus paredes con hexámetros.
Manoa no es un lugar
sino un sentimiento.A veces en un rostro, un paisaje, una calle
su sol de pronto resplandece.
Toda mujer que amamos se vuelve Manoa
sin darnos cuenta.
Manoa es la otra luz del horizonte,
quien sueña puede divisarla, va en camino,
pero quien ama ya llegó, ya vive en ella.
Eugenio Montejo
21 marzo, 2017 a las 2:57 pm #994
A una nariz - Francisco de Quevedo
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.Érase un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito,
las doce Tribus de narices era.Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.21 marzo, 2017 a las 5:34 pm #1000
Tatuaje. Verónica Aranda (1982). Editorial Hiperión.
I
Llegó desde el Mar Rojo
en un barco febril, a la deriva,
cargado de naranjas, y en su mástil
se alzaban las mezquitas más azules,
en donde convergían los caminos de Persia
y el puerto de llegada, donde ondea
el lienzo claroscuro del susurro,
el súbito tambor de las verbenas
y la nieve de marzo, amaneciendo,
que siempre cierra el ciclo de las sedas
y sus remotas rutas.
II
Aquellas madrugadas en el puertos
de tabernas insomnes
y los acordeones del desierto,
no buscaba a los rubios marineros,
aquellos extranjeros de frondosos tatuajes
que se apoyaban en los mostradores,
y su aliento traía el aguardiente
de las naves errantes y los rostros
de mujeres nocturnas y remotas
No buscaba a esos otros marineros
cuyas promesas se difuminaban
en una despedida inexistente
y siempre se marchaban en las tardes de junio
para no regresar. Quedaba el nombre
como único amuleto de su paso,
junto a aquellas palabras que se dicen
cuando sabemos que el exilio acecha,
que podemos quedarnos o escapar.
Los tatuajes quemaban y esas noches
yo buscaba el camino de regreso hacia Ítaca,
las colinas de Roma, la ciudad de Kavafis
o un barco que zarpara a la isla de Safo
21 marzo, 2017 a las 7:35 pm #1003
Pegasos, lindos pegasos,
caballitos de madera…
Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.
En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.
¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!
Antonio Machado
21 marzo, 2017 a las 7:40 pm #1004
Los justosUn hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Jorge Luis Borges.21 marzo, 2017 a las 8:33 pm #1006
Nanas de la cebolla (M. Hernández)
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchaba de azúcar,
cebolla y hambre.Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.21 marzo, 2017 a las 8:46 pm #1007
https://www.youtube.com/watch?v=Aa9AExbNsWE
El vate también vale la pena.
21 marzo, 2017 a las 8:58 pm #1008
Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.
Rayo de metal crispado
fulgentemente caído,
picotea mi costado
y hace en él un triste nido.
Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón,
y mi corazón con canas.
Tal es la mala virtud
del rayo que me rodea,
que voy a mi juventud
como la luna a la aldea.
Recojo con las pestañas
sal del alma y sal del ojo
y flores de telarañas
de mis tristezas reojo.
¿Adónde iré que no vaya
mi perdición a buscar?
Tu destino es de la playa
y mi vocación del mar.
Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará a mi pesar eterno.
Pero al fin podré vencerte,
ave y rayo secular,
corazón que de la muerte
nadie ha de hacerme dudar.
Sigue, pues, sigue cuchillo,
volando, hiriendo. Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía.
Miguel Hernández, El rayo que no cesa (1936)
21 marzo, 2017 a las 10:18 pm #1009
Zenda escribió el 21 Marzo, 2017 a las 10:07 am:Un poema. Nada más, y nada menos. Elige un poema que te guste y compártelo aquí. ¡Feliz #DíaMundialDeLaPoesía! En Zenda puedes leer versos de Luis García Montero, Piedad Bonnett, Antonio Lucas, Manuel Vilas, Ruiz Amezcua… En este enlace podéis encontrarlos: https://www.zendalibros.com/libros/poesia/
Cultivo una rosa blanca
en junio como enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo;
cultivo la rosa blanca.
José Martí.
21 marzo, 2017 a las 11:41 pm #1010
Me encanta este poema de Thomas Hood que aparece (fragmentado) en la película El Piano de Jane Campion el título es "SILENCE" https://www.youtube.com/watch?v=cF0vduSPlQo
22 marzo, 2017 a las 11:11 am #1015
Una cosa fácil y corta, una jarcha mozárabe;
Qué faré, mamma?
Meu al-habib est ad yana!
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