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7 diciembre, 2018 a las 1:31 am #25202
Vestía gabardina negra con sus botas oscuras
y tocaba en una calle peatonal.
Con su sombrero negro de ala corta
y un pañuelo blanco cubriéndole la boca.
Tocaba con un violín negro
que no tenía cuerdas.
Porque era de las
cuerdas de su alma
de donde salía su notas.
Sonaba el amor
que un día cayó de sus labios
para navegar en un charco de lágrimas
y espejos.
Era una melodía triste
que se encaramaba a tu alma
como los besos a la mañana.
No pedía dinero, no pedía sonrisas.
Sólo silencio.
Ni siquiera los muertos
se atrevían a arrastrar sus huesos.
Ni siquiera el viento
se atrevía a mover sus labios
esparcidos en hojas secas por el suelo.
Ni siquiera yo abrí los ojos
al recordar sus besos
al volver a sentir su cuerpo.
© J.C. Luzardo
- 6 respuestasÚltima Respuesta:
Carla Rodriguezhace 1 mes, 1 semana
28 mayo, 2019 a las 11:31 pm #28236
Hola, buenas noches
Gracias a ambos por leerlo. Escribí este poema sentado en una calle muy transitada, mientras un violinista tocaba una melodía y sin dejar de escuchar aquella música, las palabras salieron de mi alma para posarse en mi pluma, y luego se derramaron como sangre en una vieja agenda. La herida de un amor olvidado se me volvió abrir, como si una ola de repente golpeara mis sueños y desnudara mis besos. Así nació "EL violinista del sombrero negro".
La poesía es como la música,
nunca deja de sonar en nuestro corazón.
Siempre está agazapada esperando que movamos los labios
para brotar como una fuente, sin esperar nada, sin buscar nada... Poetajc
27 mayo, 2022 a las 1:19 am #51744
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