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17 diciembre, 2020 a las 10:21 pm #41436
Un tesoro llamado Lucía
Cuán lejos queda el pasado.
Cuánto recuerdo perdido.
Cuántas batallas contadas.
Y cuántos cuentos leídos.
Antes de que los achaques
adormezcan mis latidos.
Y antes de que mi pasado
se sumerja en el olvido.
Antes de que la memoria
entierre lo que he vivido.
O me convierta en un viejo
decrépito y dolorido.
Quiero contarte, tesoro,
la historia de lo que he sido.
Cantarte mis aventuras,
mis logros, mis desvaríos.
Hablarte de aquellas cosas
que marcaron mi destino.
De aquella infancia de oro.
De aquellos días tranquilos.
Aquellos sueños lejanos
de cuando solo era un niño.
Un volador de ilusiones.
Callejero campusino.
De las victorias gloriosas
que engalanan lo aprendido.
De las derrotas honrosas,
¡nobles encuentros perdidos!
De las sonrisas robadas.
De los besos recogidos.
De las caricias tomadas.
De los golpes recibidos.
De los proyectos soñados.
De los sueños incumplidos.
De los combates ganados
y los reveses sufridos.
Recordar a aquellos seres
que transitaron conmigo.
Que enderezaron mis pasos.
Que forjaron mi destino.
Pues aunque caigan los años
y haya dormido en mil nidos.
Sigo siendo un caminante…
¡un abuelo que fue niño!
Desde aquella dulce noche
que cruzaste mi camino.
Me enamoraste, princesa.
Me dejaste sin sentido.
Cuán lejos queda el pasado.
Cuánto recuerdo perdido.
Cuántas noches te he soñado.
¡Y hoy por fin, te he conocido!
© Moisés González Muñoz
***
A mi amigo Javier
¿Recuerdas compañero
cuando éramos dos críos
y soñábamos juntos
dibujando el futuro?
Cuando salíamos, libres,
ya hiciera sol o frío,
a vagar por las calles
de Hoyos del Espino.
Aquellos días gloriosos.
De risas y desvarío.
De niñez revoltosa.
De juegos divertidos.
De intercambiar secretos.
De hablarnos al oído.
De saltarnos las normas.
De intentar lo prohibido.
De carreras al viento
con el simple objetivo
de vivir al momento
la dicha de ser niño.
Apenas si fue un lustro
de convivir contigo,
pero me cautivaste,
Javier, mi fiel amigo.
Hoy todo lo soñado,
lo andado y lo vivido,
se visten de lamento,
de dolor, de quejido.
¿Qué funesta desgracia
se encaprichó contigo,
rasgando la esperanza
sin darte ni un respiro?
¿Quién forjó la guadaña
de sanguinario filo,
y la blandió con saña
segando tu camino?
Como lobo enjaulado.
De dolor consumido.
La ilusión cercenada.
y el corazón partido.
Ocultando, celoso,
tu orgullo malherido.
Encaraste la trocha
del lóbrego destino.
Cuando llegó la noche,
preñada con el frío,
emprendiste la senda
por el bosque sombrío.
Hoy lloramos tu ausencia
Desgarrados, hundidos.
Ajados cual flor muerta.
Yermos como baldíos.
Sin embargo, cartero,
aunque ya te hayas ido.
Tu recuerdo a mi pena
viajará siempre unido.
Nunca olvidaré, amigo.
Que tú fuiste mi faro.
Que me diste la mano.
Que danzaste conmigo.
Que apretaste mis hombros.
Que me abriste caminos.
Que compartimos penas.
Que fuimos… ¡Dos amigos!
Allá donde descanses,
extintos tus latidos.
Donde tú estés, Javier.
¡Siempre serás mi amigo!
© Moisés González Muñoz
***
A mi tío Carmelo
Tú que del pueblo fuiste un aliado,
y de sus aires solemne compañero.
En tiempo de cosecha nos dejaste,
para dormir el sueño verdadero.
Te vas de nuestro lado, silencioso,
dejándonos desnudos, sin consuelo.
Rotos los corazones, y el alma destrozada,
porque hay ausencias que cortan el aliento.
Los que bien te quisimos, desde dentro,
no lloramos por tu ausencia, Carmelo.
Lloramos nuestra pena y desconsuelo
por el vacío que siente nuestro cuerpo.
Ya no verán tus ojos la cara de tus nietos.
No escucharán tus oídos, de Sira, dulces versos.
Ya no hablarás de fútbol, en las tardes, con Sergio.
Más no sufras “güelito”, siempre estarás con ellos.
Las hojas de la parra van cayendo,
tristes, desconsoladas, sin contento,
mientras mudos canarios, descompuestos,
trinan su soledad. ¡Solo hay silencio!
Allá donde construyas tu aposento.
Ya sea en verdes trigales o algún huerto.
Montando un alazán, o al yugo unciendo.
Seguro encontrarás la paz,
junto a los que, antes que tú, se fueron...
de los nuestros.
© Moisés González Muñoz
***
SoñándoteAl alba de la mañana
en tu cama desperté
y aferrado a tu cintura,
anhelante, murmuré.Esta noche yo he soñado
que volaba junto a ti.
Que sucumbías al pecado.
Que te entregabas a mí.De pronto, tú me miraste,
lujuriosa y muy feliz.
Y sin miedo a sincerarte
comenzaste a sonreír.Me abrazaste con ternura
susurrándome a la vez.
¡Ámame hasta la locura
o tarde será después!Te acaricié con mi lengua.
Con mis labios te besé.
Y al libar tu ansiada rosa
humedecida la hallé.Jadeante y con dulzura
me suplicaste, mujer:
-¡Que no acabe esta aventura
que está erizando mi piel!Si son más de diez mil lunas
de alegrías y algún revés,
no aguanto más ligaduras
que amortajen el placer.Acércate a mi ventura,
que abierta implora otra vez,
y apaga mi desventura
con el fuego de tu sed.Libérame en la alborada.
Despacito, poco a poco.
Que añoro sentirme amada
con la hombría de tu arrojo.Muévete sin ataduras.
Frota mi piel con tu piel.
Y llévame a las alturas
con tu carne y con tu miel.Si la vida son tres días
y dos vencieron ayer,
no alarguemos la agonía
o nos podrá la vejez.De pronto floreció el alba
y anclados, juntos, los dos,
el volcán nos dejó el alma...
abrasada, sin control.Esta noche yo he soñado
que volaba junto a ti.
Que sucumbías al pecado.
Que te entregabas a mí.© Moisés González Muñoz
***
Días de OtoñoAvanza el otoño.
Maduran los frutos.
Dormita el retoño
sembrados los surcos.
Regresan las lluvias.
Se acortan los días.
Se prenden las llamas
en las noches frías.
El sol se adormece.
Lucha con las nubes
retando a la niebla
que vela las luces.
El bosque se viste
de lindo cromado:
rojizo, amarillo,
lila, anaranjado.
Los árboles lloran
lágrimas perladas
al ver que sus hojas
cubren las vaguadas.
Se posan los barros
en las hondonadas
lustrando las botas,
también las cayadas.
El pájaro trina
desde la espesura
cantos de añoranza
notas de amargura.
Vuelan las ardillas,
urajean los grajos,
saltan los gorriones,
hozan los jabatos.
Emigran las aves.
Fenecen las rosas.
Se reza a las almas
con frases hermosas.
Renacen las fuentes.
Blanquean los picos.
Verdean los musgos.
Danzan los molinos.
Son días de endrinas,
de setas carnosas,
castañas asadas,
bellotas sabrosas.
Huelen las cocinas
a humos y sombras
y al son de la brasas
negrean las orzas.
© Moisés González Muñoz
***
DesesperanzaMe gustaría llevarte de la mano
para ayudarte a salir del callejón:
oscuro, feo y desalmado,
que martiriza tu pobre corazón.
Si pudiera cogerme a tu cintura
y acompasar tus pasos con mi voz.
Te sacaría de esa maldita senda,
de dudas, de miedo y de opresión
Me gustaría caminar, fiel, a tu lado.
Y aunque fuera descalzo y sin bastón,
atravesar los acantilados solitarios
del negro mar que habita en tu interior
Si supiera alegrarte esa mirada
que te persigue, triste y sin razón,
convertiría tus ojos de princesa
en la ventana de tu liberación.
Me gustaría acariciar esa melena,
plateada, lisa y dorada por el sol,
y desenredar el pelo con mis dedos
para que vueles al viento sin temor.
Quisiera besar tus dulces labios,
rojos, sedientos y henchidos de pasión.
Y compartir otra noche de ensueño
donde no habite la desesperación.
¡Soy yo y eres tú. Somos nosotros!
Quienes sentimos lo que hay entre los dos.
¡Qué a salvo nos mantiene la distancia
de las locuras de nuestro corazón!
Combate ferozmente la nostalgia.
Aparca en la cuneta la melancolía.
Disfruta cada instante amiga mía.
¿Quién sabe cuál será el último día?
© Moisés González Muñoz
***
A, ti mujerCada noche que te sueño,
mi cuerpo busca tu cuerpo
como el marinero al viento.
Cada vez que veo tu boca,
mi boca busca tu boca
para compartir tu aliento.
Cada vez que te enamoro,
mi deseo busca tu anhelo
para fundirse allí dentro.
Cada vez que me despierto,
recupero la consciencia
y el amor sigue creciendo.
Cada vez que me abandonas,
me quedo con la esperanza
de que el sueño no es eterno.
© Moisés González Muñoz
***
Navidades
Para estas vacaciones familiares
de abrazos cercenados por las penas
yo pido para todos los mortales
unas felices fiestas navideñas.
Que los reyes nos traigan esperanzas.
De ilusiones, carretas, bien rellenas.
Que juntos desterremos añoranzas
y aparquemos dolores y condenas.
Que renazcan sonrisas olvidadas
de azúcar, mazapanes, miel y almendras
y al brindar con las copas bien rellenas
compartamos turrones en las cenas,
enterremos miserias y tristezas
presagio alegrías venideras.
© Moisés González Muñoz
***
Vive y dejar vivir
Procura disfrutar del día a día
vivir el presente con alegría,
soñar el futuro con valentía
y regalar carros de simpatía .
Pero cuidado con la osadía
pues el que al destino desafía
con su malsana hipocresía
suele caer preso de la agonía,
mancillando así su gallardía,
enfangado en la hipocresía
de su petulante altanería.
Si te crees mejor que la mayoría,
pero desconoces la empatía,
tal vez solo seas... una porquería.
© Moisés González Muñoz
- 3 respuestasÚltima Respuesta:
Anne Watsonhace 3 semanas
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