
@Anacaona
Participante
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24 julio, 2022 a las 9:04 pm ver respuesta
Mi segundo participación
El gato Misu
https://www.facebook.com/minerva.hernandez.9277/posts/pfbid02AKTwvBQpedSebosTPFXQuH1Ly3T1uSr6DnnYRcQVKxoKNJLfKfnvdSNWbm74v44tl?__cft__[0]=AZUygYlIFklv0O-Szk88pJ8UM-sjwc0ECR1uvGXfcKCqzDk1mxhxkVlIbEKL8gto41MHqcMZfRlZ02D48SZOIVsFpVhVlL3pXK11XA9VzVs_FIbdB9lcLcMHNGPy7y127WdOPwfKkNR9Me8zf4vImN0y&__tn__=R]-R
El gato Misu
Yo arribé a esta casa porque tenían ratones. Me sacaron del regazo de mi mamá y me llevaban a un lugar desconocido. Estaba aterrado temblando, me quería sentir a gusto en los brazos que me encontraba, pero tenía mucho miedo. Mi pelaje es mucho y crispado, blanco y amarillo. No fue fácil atraparme, se la puse difícil, paso mucho trabajo para poder atraparme. Yo temblaba y mi corazón latía apresuradamente.
— Misu, misu, misu, me repetía constantemente mientras me acariciaba. Así les dicen a los gatos, me repitió ¡misu! y acariciándome me acurruqué en sus brazos y dejé de temblar. Ese es mi nombre, soy Misu.
Yo llegue para ahuyentar ratones y me convertí en un gato amado.
Mi vida cambió radicalmente, dependía antes de mi mama y ahora soy un gato independiente, mi cama me proporciona calor y si quiero me acuesto en la cama de ella, sí, mi dueña, me meto en su cama y duermo plácidamente. Tengo todas mis necesidades cubiertas. Buena comida y buena cama la mía y la de ella cuando puedo acostarme a su lado. Las demás personas de la casa no me interesan.
Tengo muchos juguetes, sí, son juguetes porque me divierto tanto con todos, el que tintinea me gusta, particularmente, todos me observan cuando ando detrás del tintinear y correteo por toda la casa.
Todas las cosas que se mueven me interesan y las persigo. Reconozco que soy muy haragán, me mantengo acostado en cualquier lugar sin que nadie me moleste, sobre todo después de mis comidas. Sin embargo, jugar y corretear por la casa para mi es tan divertido.
Visitábamos a la veterinaria, ella me hacia unas caricias distintas, me encanta visitarla, aunque a veces hace cosas que me duelen, pero son dolores momentáneos. Salimos y me muevo mucho mientras vamos camino a la veterinaria, es muy entretenido.
Un mal recuerdo es cuánto odié la enseñanza a ir al baño para hacer mis deposiciones y orinas en la arena. Uao, la fetidez de mis desechos era tal que rechazaba violentamente lo que hacían conmigo, fueron momentos traumáticos para mí, tenía que olerlos hasta que por fin aprendí la lección y tapaba en la arena con mis patas todo lo que hacía, me cercioraba que no había ningún olor. Me aleje de ella, Pamela, por un tiempo por lo que hizo conmigo en esa ocasión.
Solo me sacaba a pasear fuera de la casa a visitar a la veterinaria. Cada quince días me bañaba, cambiaba mi arena y cada día, cuando iba por la mañana estaba limpia. Qué bueno que se higieniza mi espacio. No soporto los malos olores, no, no y no.
Soy esquivo y solitario, solo me acerco para buscar caricias y prodigar las mías a Pamela. Cuando me paraba en el balcón descansando en mis patas traseras y mi enorme rabo envuelto en mis patas delanteras con el pelaje abundante de mi pecho todo quien me veía decía: es una esfinge griega, una escultura viva.
Estaba muy atento en mis pasos dentro de la casa. Si la encontraba sentada, subía a sus piernas y ronroneaba mientras mi cabeza se acomodaba esperando sus caricias. También me echaba a sus pies.
Recuerdo algunas ocasiones donde me acostaba a su lado sintiendo sus latidos y calidez y su solo roce me hacía gemir. Me abrigaba con sus sábanas y me quedaba ahí sintiendo su calor hecho un ovillo a su lado. En otras ocasiones cuando notaba que estaba despierta, me lanzaba de la cama y me recostaba en su alfombra temiendo una reprimenda. No soportaba que me pegara, aunque rara vez lo hacía, siempre lo temía.
Se sentaba a verme corretear por toda la casa detrás de mis bolas de juguete y el cascabel con su tintinear. La veía feliz cuando me veía divertirme.
Cuando ella salía, permanecía en su habitación y siempre la recibía al llegar. Yo le avisaba si tenía hambre. Era tan tierna y me sentía amado por Pamela.
Un día no regresó del trabajo. Dormía en su cama, me levantaba y no la veía y cuando abrían la puerta nunca llegaba ella.
Entonces era molesto ir a la arena porque no encontraba que hacer y qué molesto era ensuciarme. Triste y pesaroso para mí caminar por toda la casa y no encontrarla. Si pasaba cerca de alguien me pateaba de un lado a otro. No entendía lo que estaba pasando.
—¡Misu, sal de mi camino!
¡Qué horror, me duele como me han agarrado! ¡Me han lanzado, oh, no veo nada, todo está oscuro! Soy Misu, soy Misu. ¡nadie me escucha!
24 julio, 2022 a las 9:01 pm ver respuesta
David Sanchez Garcia el 24 de julio, 2022 a las 15:17Ahí va mi segunda propuesta para el concurso,
https://elnidodelatortuga.blogspot.com/2022/07/la-heredera.html
A ver si hay suerte.
Aquí un relato para el concurso.
Misu
https://www.facebook.com/minerva.hernandez.9277/posts/pfbid02t5rZLnpvf1NvWpqbdXgc8yDh8HUAuopCBEABqECdCh9tYjakWYgeehesF9BBR6uyl?__cft__[0]=AZVI1IHOx5F9qpzYKlet14P5qO7I38KpnQ2u1wJHH6EzolP4T80fGrAHPUiZDX7OifDSk0LD_rr4mMmr_YJi6NeIQS9DMkDr9qJ7mhGS3fb_rjCRw8l756bakcYX5sYe-0qBQdtLdoCXk8QgcHUjFz_v&__tn__=R]-R
24 julio, 2022 a las 6:34 pm ver respuesta
Zenda el 6 de julio, 2022 a las 11:56Un animal doméstico. O salvaje. O varios. Una historia contada en primera persona, por el propio animal, o por cualquier otro narrador. Real o ficticia. Actual o de cualquier época. Escribe un relato y participa en el concurso de #historiasdeanimales de Zenda, patrocinado por Iberdrola y dotado con 2.000 euros en premios. El plazo para participar comienza este miércoles 6 de julio.
El jurado de este concurso lo forman los escritores Juan Eslava Galán, Juan Gómez-Jurado, Espido Freire, Paula Izquierdo y la agente literaria Palmira Márquez.
El primer premio está dotado con con 2.000 € en premios. El autor del mejor texto ganará un premio de 1.000 euros. Y los de los dos relatos finalistas recibirán 500 euros cada uno
A continuación te explicamos cómo participar.
1) Las historias de animales deberán ser originales e inéditas. La extensión mínima de los textos es de 100 caracteres y la máxima, de 1.000 palabras. Cada concursante podrá participar con un máximo de dos textos.
2) Debes publicar tu historia en internet, como entrada de un blog, como una anotación en Facebook, en Twitter con un tuit o un hilo, o en Instagram mediante una publicación o una historia destacada.
3) Después, si aún no estás dado de alta debes registrarte en este foro de Zenda y escribir una respuesta al final de esta misma entrada. En la respuesta, incluye la dirección donde has publicado el texto. No es necesario publicar aquí el texto completo, basta con la URL (la dirección web).
4) Calendario del concurso: puedes participar desde el miércoles 6 de julio de 2022, a las 12:00, al domingo 24 de julio de 2022 a las 23:59. El miércoles 27 de julio publicaremos en Zenda una selección con las 10 historias que optan a los premios. El viernes 29 de julio de 2022 se difundirán los nombres del ganador y del finalista.
Y podrás divulgarlo con la etiqueta #historiasdeanimales en las redes sociales.
En este enlace puedes consultar las bases del concurso.
¡Participa y escribe tu historia!
Mi publicación de Facebook
https://www.facebook.com/minerva.hernandez.9277/posts/pfbid02t5rZLnpvf1NvWpqbdXgc8yDh8HUAuopCBEABqECdCh9tYjakWYgeehesF9BBR6uyl?__cft__[0]=AZUa0IafaE1fxZuFL0Zo0OM8J1B9_q3zUVpYp_67f-6KC8xERapM_RDTlfqSR7NkbEP3tv_HegZQQU8ICaBsF3yAOWe0dIkTogjtCAtBxIlN8iLfzKf2QzFyZwzRfQz5_Eo&__tn__=%2CO%2CP-R
Misu
Me informaron que la solución infalible para alejar a los ratones de mi apartamento era conseguir un gato. Me ofrecieron uno cuya casa quedaba a varias cuadras de la mía. Fui caminando a buscarlo. Desde que lo vi fue amor a primera vista. Era una bolita de pelos crispados blancos y amarillos y una pequeña cola peluda que envolvía su cuerpo.
Aunque él estaba huidizo, pude atraparlo. Cuando lo tomé entre mis brazos comenzó a temblar y sentía su corazón latir apresuradamente. Lo tomé y salí a caminar de regreso a mi apartamento con esa bolita peluda temblorosa entre mis manos.
— Misu, misu, misu, le repetía constantemente mientras le acariciaba.
Ese fue su nombre porque repitiendo ¡misu! y acariciándolo se acurrucó entre mis brazos y dejó de temblar cuando nos conocimos.
Olvidaba que la razón de Misu llegar a mi vida fue la presencia de un ratón, él cumplió su cometido, era inteligente y estaba atento a cualquier cosa que se movía.
Correspondiendo a sus necesidades abrí mi cartera de manera obligada y llegó un biberón pues aún mamaba de su madre. También comida para gatos bebes, arena, su cama cómoda y un envase plano para la arena.
Misu y yo visitábamos a la veterinaria, lo primero fueron vacunas, vitaminas para su crecimiento, después siempre vitaminas y champo para el cuidado de su pelaje y la cartera siempre abierta.
El gato me generó nuevas responsabilidades. Fue necesario enseñarle a ir al baño, que hiciera sus deposiciones y orinas en la arena. Debido a la fetidez de sus desechos él mismo los rechazaba violentamente y me vi precisada a forzarlo a olerlos para que aprendiera a hacer sus necesidades en la arena especial que quitaba el hedor del ambiente de la casa. Una vez que aprendió a hacerlo, él mismo se metía en la arena y con sus patitas cubría todo.
El gatito fue creciendo y caminaba por todas partes de forma lenta y elegante. Si me encontraba en su camino, se rozaba con mis piernas y me hacía como una caricia con su gran pelaje. Cuando lo bañaba, con la cercanía del agua gemía y sus gemidos eran como un eco de sus palabras quejándose.
Los gatos no se sacan a pasear, pero Misu ocupaba mi tiempo de otra forma. Cada quince días lo bañaba, era preciso cambiar la arena y al final de cada día limpiarla, no podía dejar de hacerlo, estaba pendiente de higienizar cotidianamente su espacio. Yo asumía mi responsabilidad gustosamente porque amaba mi gato, era un entretenimiento. ¡llegué a amarlo tanto!
Él era esquivo y solitario, solo a mí se acercaba, buscaba mis caricias y me prodigaba las suyas. Mi gato se paraba en el balcón descansando en sus patas traseras y su enorme rabo envolvía sus patas delanteras con el pelaje abundante de su pecho. Parecía una escultura viva y los vecinos lo elogiaban al verle, le decían la esfinge egipcia.
Estaba atento a mis pasos y movimientos dentro de la casa. Si me encontraba sentada, subía a mis piernas y ronroneaba mientras su cabeza se acomodaba esperando mis caricias. También se echaba a mis pies y sentía yo su tibieza.
Recuerdo que algunas ocasiones me despertaba sintiendo sus latidos y calidez junto a mí, y su solo roce gimiendo me enternecía. Lo abrigaba con las sábanas y me quedaba ahí sintiendo su calor hecho un ovillo a mi lado. En otras ocasiones cuando Misu notaba que yo estaba despierta, se lanzaba de la cama y se recostaba en la alfombra como temiendo una reprimenda.
Me encantaba verle corretear por toda la casa detrás de sus bolas de juguete y el cascabel con su tintinear. Me regocijaba al verlo divertirse.
Recuerdo que cuando yo salía, él permanecía en mi habitación y siempre me recibía al llegar. Yo reconocía la forma de avisarme hasta si tenía hambre. Misu era una tierna y suave compañía y me sentía amada por él.
Un día al regresar del trabajo mi gato no estaba. Lo busqué por todo el condominio y los alrededores, imprimí varios volantes con la foto del gato y mi número de teléfono, no apareció, ni tuve ninguna noticia de él.
Su perdida fue algo desgarrador para mí, un gran pesar, porque formó parte de mi vida. Qué tristeza cuando volvía a mi hogar al caer la tarde y la habitación sin él.
Aún conservo un collar y una plaquita con su nombre. Siempre lo tendré presente en mi recuerdo y en mi escritorio estará la foto de mi gato Misu.
28 mayo, 2022 a las 2:43 am ver respuesta
Zenda el 11 de mayo, 2022 a las 11:01
Escribe un relato, ficticio o real, ambientado en la ruta jacobea en nuestro tiempo o en cualquier época. El autor del mejor texto ganará un premio de 1.000 euros. Y los autores de los dos finalistas recibirán 500 euros cada uno. Este concurso, patrocinado por Iberdrola, cuenta con un jurado formado por Juan Eslava Galán, Juan Gómez-Jurado, Espido Freire, Paula Izquierdo y la agente literaria Palmira Márquez.1) Tienes de plazo desde el miércoles 11 hasta el domingo 29 de mayo de 2022 a las 23:59. El miércoles 1 de junio de 2022 publicaremos en Zenda una selección con los 10 relatos que optan a los premios. El viernes 3 de junio de 2022 se difundirán los nombres del ganador del primer premio de 1.000 euros y de los ganadores de los segundos premios de 500 euros.
2) El jurado está formado por Juan Eslava Galán, Juan Gómez-Jurado, Espido Freire, Paula Izquierdo y la agente literaria Palmira Márquez.
3) El primer premio está dotado con 1.000 €. El premio para los dos finalistas es de 500 €.
4) Para poder participar en el concurso será necesario escribir un relato, ficticio o real, ambientado en la ruta jacobea en nuestro tiempo o en cualquier época. El jurado valorará la calidad literaria y la originalidad de las historias presentadas.
5) Los textos deberán ser originales e inéditos. La extensión mínima de los textos es de 100 caracteres y la máxima, de 1.000 palabras. Cada concursante podrá participar con un máximo de dos textos.
6) Debes publicar tu relato en internet, como entrada de un blog, como una anotación en Facebook, en Twitter con un tuit o un hilo, o en Instagram mediante una publicación o una historia destacada.
3) Después, si aún no estás dado de alta debes registrarte en este foro de Zenda y escribir una respuesta al final de esta misma entrada. En la respuesta, incluye la dirección donde has publicado el texto. No es necesario publicar aquí el texto completo, basta con la URL (la dirección web).
Y podrás divulgarlo con la etiqueta #HistoriasdelCamino en las redes sociales.
En este enlace puedes consultar las bases del concurso.
¡Participa y escribe tu relato!
Hola, Minerva Hernández
Participo con el relato: Un Camino, dos motivos
En este enlace: https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10158961318626304&id=726311303
Un Camino, dos motivos
Existió un doble impulso para hacer el Camino de Santiago. Buscar ese sentido de que la vida merece ser vivida y reavivar mi fe agonizante. Caminar los pasos de Santiago, discípulo de Jesús y de millones, entre peregrinos y turistas, en años y siglos.
Desde el macizo de Monserrat en Barcelona, fue el inicio, y también en sentido espiritual. En el monasterio de Monserrat escuché La Escolanía de Monserrat, el coro de niños más antiguo de Europa, también vi la Virgen María de Monserrat, llamada la Morenita, no hay explicación con palabras, es una montaña con un aire místico.
Haberme ejercitado en caminatas fue gran ayuda, además, todas las recomendaciones. La mochila tenía el peso justo para equilibrar el cuerpo. El bordón peregrino el apoyo al andar. La credencial del peregrino o acordeón, que certifica el recorrido, con sellos y fechas, sirvió para dar acceso a pernoctar en algunos albergues y algo muy importante, la completa disponibilidad de mi persona. Fue como hacer un viaje por el mundo, la estampa de cada lugar, en vez de países, con los pasos necesarios y su respectivo agotamiento.
El ensayo sobre la ceguera me acompañaba momento a momento, en día, mañana, tarde o noche, durante todo un mes, con dosis de lecturas. El marcador decía: “Para viajar LEJOS no hay nada mejor que un LIBRO”, Emily Dickinson.
Al salir, el cuento “El desencantado” del Gabo, fue mi motivación vivencial, identificaba mi estado. Me lancé a la aventura de caminar cerca de 1000 kilómetros o más, con algunas guías establecidas, muchas dificultades y penosos trabajos.
A solas con Dios, aunque acompañada con cientos de personas, en roces y espacios; unos pasaban a mi lado, me acogían, indicaban o por kilómetros permanecían cerca caminando juntos.
Mi soledad era de espacios breves. Los esfuerzos eran como las dificultades superadas del día a día. Contrario al cuento, cada etapa del camino, era una oportunidad para ¡vivir! ¡vivir! Al ver, las verdes campiñas, sembrados, puentes antiguos, ríos, colinas… bellísimas imágenes plasmadas en el inmenso lienzo del viaje. Cansancios y descansos nocturnos incluidos. Imposible nombrar, las ciudades visitadas, carreteras atravesadas, localidades, y todos los lugares recorridos.
El cuento “El Cristo del océano” de Anatole France, fue mi apoyo en la fe, la frase: «Mi cruz está hecha de todos los sufrimientos de los hombres, pues yo soy realmente el Dios de los pobres y de los desdichados», en particular. En el esfuerzo al caminar, ansiando llegar a una abadía, un parador, poder tomar algo y continuar, estaba compartiendo mis sufrimientos con los de Cristo en la cruz.
Entendí que la pobreza que estaba experimentado, sin tener nada seguro, solo desierto de un largo camino por recorrer, con pequeños oasis para tomar aliento, era lo que Dios quería de mí, mi pobreza de corazón, para poder enriquecerme con su gracia y su misericordia. Ese Dios que se me había escondido, me presentaba huellas para seguirle.
Una emoción increíble sentí, al encontrar dos municipios distintos con el nombre de la ciudad del país donde nací, República Dominicana, “un país ubicado en el mismo trayecto del sol”. Eran Santo Domingo de Silos y Santo Domingo de la Calzada.
Llegar al monasterio de Santo Domingo de Silos, ese imponente edificio y escuchar o vivir una misa con los monjes cantando canto gregoriano, fue una experiencia religiosa. Se iba encendiendo mi llama interior. También cuando visité una pequeña abadía y escuché la misa. Cada celebración era un poco morir a mí, para renacer en Cristo.
Santo Domingo de la Calzada es una ciudad nacida para descanso del viajero del Camino de Santiago, tienen muchas leyendas del Camino. La Catedral era majestuosa y tienen una Plaza de España, así hay una en mi país. Cuando no escuchaba las misas en la Catedral, ubicaba con ayuda una iglesia o pequeña Abadía del lugar.
Muchas ermitas por los senderos para orar, los pies cansados, pero el espíritu en cada etapa renovado. Veredas marcadas, grandes árboles, como custodios de los caminantes. Puentes extensos de piedras, muy antiguos, numerosos ríos, plantaciones de vinos, suntuosos castillos, también restos de castillos y el cansancio a cuestas ¡Buen Camino! El código de buena voluntad era gran ayuda, estaba en boca de todos ¡Buen Camino! siempre repiten. Un deseo común de caminantes y las personas en rutas.
Cada día era distinto del otro. Tantas etapas como rutas conocidas. Mis motivaciones y las señalizaciones me guiaron en la milenaria tradición jacobea.
Huellas imborrables haber caminado etapas de las que recorrió el apóstol Santiago en su labor evangelizadora, fue como una reevangelización para mí. Así también, todos los peregrinos, sus historias, vivencias y los que nos acogían. Podría escribir un libro con tantas impresiones. El cansancio era agotador, una etapa tras otra etapa, un lugar de descanso y seguir el camino con la esperanza latente y el encuentro conmigo misma y con la fe.
Al llegar a Santiago de Compostela, con el cansancio a cuestas y las filas por todas partes, visité la Catedral donde está la tumba del apóstol y esperé para recoger mi Compostelana. Es como el trofeo, al terminar el Camino. Sirve de memoria física de lo logrado, tal como la universidad, después de años de constancia y esfuerzos. Sirve, asimismo, como firme resolución para mantener los cambios propuestos.
Fueron miles de kilómetros, muchas rutas alternativas, más constancia que descanso y una película de imágenes inédita en la memoria. Además, me quedó la esperanza futura de volver a hacer el Camino de Santiago turístico, descubriendo y fotografiando localidades, museos y edificaciones de la ruta.
De regreso, en la mochila, quedaron las ganas de vivir y la experiencia de que merece la pena vivirla. Una nueva mirada, viendo mi vida y la vida en general, con una perspectiva distinta. Así como, la certeza del amor de Dios y de cómo descubrí que su misericordia y fortaleza siempre me acompañaron.
Además, aún cansada, estaba feliz y satisfecha por haber logrado caminar el Camino de Santiago.
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