Algo tiene que haber
indiscutible que la oí cientos de veces
pero que la profesora la señalara como dádiva
como un don
y sin acabar el día
dentro del tanto monta
la reiterara el zanguango
de vasta y folclórica cultura que me rondaba
hizo que soñara con ella
ambos estuvieron presentes
cuando al borde de una colina correosa y húmeda
la corearon en grupo:
“algo tiene que haber”
y desperté
no sin ver
que el resto de los presentes
eran una especie de saltamontes
o sapos gigantes
la era del hombre se había extinguido
la noche ocupaba
las tres cuartas partes del planeta