Sobre mi espalda se construyen ciudades,
aquí nadie pregunta, eres lo que otros ven.
El indigente es algo siempre,
velar y esconderse crea lo indefinido
por ser desconocido.
Todos necesitamos de este inmenso manicomio, regulado y cuidadosamente seleccionado,
que vergüenza tener que explicarlo.
Qué horror esta existencia
que precede a la esencia,
qué lamento el tiempo que puede partirse erigiendo versiones distantes.
Qué desgracia los editores,
los monumentos, las rebeliones.