Extraviado en la mística y el cristal pateo una puerta y sólo consigo una ventana abierta. Veo piernas, tu espalda como abanico de besos en la noche sepia, es tu andar una danza con el sable en la cabeza. Se abren ojos en la piel al mirarte, me has desplazado de lugar mujer inalcanzable.
Te sentí a oscuras sin cuerpo bruja espléndida, llena de carreteras. Qué embriagado estoy de locura y tú riéndote en el arco Elvira.