MI ABUELA
—¿Qué haces, abuela?
—Quemar los microbios
que la suciedad deja.
Su imagen ante el fogón
era inmensa.
Se veían a contraluz sus manos
pasear por el lomo
de una hogaza tierna.
Su abuela contaba
que las manos eran
un lugar con mil cuevas,
con escondrijos para la mugre
que tocaba a corneta
cada vez que los dedos
rozaban las monedas,
las narices
y otras cosas asquerosas
por su propia naturaleza.
—¡Pequeña niña!
No te olvides nunca
que hay miles de microbios
viviendo entre paneras,
sábanas y esteras.
Hay pequeños mundos
llenos de bacterias
que danzan y se esconden
para que tú no las veas,
aprovechando miles de manos
donde viven en cuevas
de uñas negras.
Toca limpiar manos,
pies y cabezas,
para que el ejército invisible
no llame a filas
a las malas bacterias.
Porque haberlas,
también las hay buenas.
Sabidurías de una abuela
que vacunó a muchos semejantes
contra tifus y viruelas,
allá por los años treinta,
en un continente amigo,
cargado de malas
y buenas bacterias.
©María Bueno, 2023. Todos los derechos reservados
Respondido : 29/12/2025 10:59 am