Me ví mirar unos ojos que dijeron:
–ámame para siempre–,
aún sabiendo,
que ese siempre no iba a poder estar.
—abrázame y no me sueltes—
¿Cómo se mata eso que creé?
Es triste ver cómo no muere,
es doloroso ver cómo no se olvida.
Es un puñal creer que se repite,
pero te amé como a nada en la vida.