¿Quien fue? Un Tiro loco...

Tiro Loco.

La tarde empezó temprano, para variar. Ellos salieron juntos hasta el
boulevard de los Pingüinos. Siempre él la acompañaba hasta ahí. No había
día que fuera igual, era un reloj que siempre daba la misma hora en bucle.
Ese día no. Ese día la canción que sonó en la radio no fue la del impulso, y él
cambió la calle por otra más larga que nunca solía coger.
Allá estaban. Les decían los Bukis, porque se creían Solís, pero no eran más
que ladrones de muy poca monta: viciosos, adictos a la piedra y al pegante.
Aun así, él siguió derecho. Pasaron de largo, pero no falla lo que siempre está
presto a fallar. Uno de los Bukis —uno flaco y lleno de cicatrices— le pidió
una moneda. Él se negó. Siguió. Le agarró fuerte la mano a ella y apresuró el
paso.
Más adelante, otro Buki lo miraba. Ella, en su mente, se preguntaba: ¿por
qué cambió de calle? Pero guardó silencio y siguió el paso. Esa cuadra
pareció mil cuadras. Larga. Infinita. Como un mes de mayo pasando hambre.
Al llegar a la esquina del Bello Rebolo —un puteadero más feo aún que el
difunto Rancho Alegre—, al pasar por la puerta se oyó el ruido de botellas
quebrarse. Él no pudo evitar las ganas de mirar. ¿Sería curiosidad?
¿Autodefensa? ¿O mero chisme? No se sabe.
Y al mirar, observó a una de las putas que le había abierto el rostro a otra de
tiro a tiro. Le hizo otra boca a esa cristiana. Le gritaba cosas. Solo había
gritos, música, caos y sangre. La vieja de la cara cortada se atajaba la sangre
con un trapo, como quien trata de detener un flujo que no se para.
Él y ella quedaron fríos en la puerta, perplejos en silencio. Entre todo el ruido
de ese momento, ellos eran silencio.
De la nada se oyó un disparo.
Dos.
Pras, pras.
Una mano soltó a la otra. Un hombre corrió en la calle y un cuerpo herido
cayó al suelo.
Cuando la vio, era ella. Estaba herida con un tiro mortal en el pecho.
¿Quién fue? No se supo.
Un tiro loco.
—¡Un tiro loco! —gritaba una vieja que llevaba unos guineos verdes en una
bolsa de maniguetas rayada blanca y azul.
Como fuera, está hecho.
El veridis quo se rompió.

Nando Barros.