No hay mal que dure cien años
ni cuerpo que lo resista.
¿Pero qué son cien años
en la vida de una isla
que no muere nunca?
El minuto inmortal
que tercamente se repite.
El génesis petrificado
tras el muro de agua.
Temo que mi cuerpo
y los países
y los idiomas
son infinitamente más pequeños
que el corazón de esta isla.