Un mundo se derrumba,
todo cae,
construirlo fué un desperdicio.
Nadie escucha, nada lo sostiene.
Es una caja vacía inclinada,
abierta,
que espera a ser pateada.
Una procesión de grises,
tonos depurados
sobre una tela seca y rasgada.
En el horizonte quemado
la risa de la bruja al irse,
las cosas en la puerta
esperan ser reacomodadas
y en mi espíritu un peso inmenso,
tan pesado,
que también caigo y me hundo.